miércoles, 8 de julio de 2009

abuelas gordas

Pero Pedro quería aprovechar esta oportunidad y quería disfrutar de Laura al máximo y hacer con ella lo que tantas veces había soñado. Se incorporó y puso su polla tiesa delante de la boca de Laura, que empezó a lamerla con auténtico placer, Laura se desató una mano agarró fuertemente su verga y comenzó a succionarla con verdadera pasión, se la tragaba entera hasta los huevos. La cara de placer de Pedro era indescriptible, Laura con su boca le seguía haciendo una maravillosa mamada, una cosa que a él siempre le había gustado y que nunca había podido practicar con su mujer, ya que a ella no le gustaba pues decía que se atragantaba.

La verdad es que Pedro no tenía muy claro hasta donde le dejaría llegar, y cuando retiró su polla de la boca de Laura se me quedó mirando pidiéndome permiso para continuar su particular trabajito. Yo le hice un gesto de asentimiento con la cabeza, indicándole que era toda suya y se dispuso a follársela. Empezó poco a poco, tenía una polla hermosa y muy gruesa y comenzó introduciéndole sólo la punta, moviéndola en círculos, haciéndole sufrir, haciéndole gemir como una gata en celo, hasta que al cabo de un rato estaba pidiéndole que se metiera hasta dentro.

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