miércoles, 8 de julio de 2009

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Al llegar se quitó la parte superior del bikini, eran unos pechos pequeños, pero tremendamente redonditos, con unos pezones grandes para el tamaño de sus pechos. “Me alegro que te gusten” comentó con una sonrisa. Después nos quitamos nuestra parte inferior, y mi pene quedó a su vista, ella se quedó mirando, y yo le comenté “el otro día te sorprendió verla, ¿verdad?”. Ella se quedó cortada, pero después dijo “hablaré sin tapujos, y reconozco que nunca había visto una polla tan grande”.

El ambiente se fue calentando, aunque con cada frase ella lo acompañaba de un “como soy una mujer casada”, como queriendo confirmarse así misma, que no debía hacer nada. Pero lo máximo que llegamos ese día fue a darnos crema, y a hablar de todas nuestras experiencias sexuales, ella muy preocupada en preguntar si mi pene hacía daño a las chicas.

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Eso me excitó enormemente, pero lo dejé pasar. Al día siguiente, oí discutir en la piscina, resultaba que Marina quería ir a la playa, pero nadie quería ir, su marido (alguien bastante desagradable), al verme me agarró y dijo porqué no llevas a mi mujer a la playa. Yo acepté encantado. En el coche, pregunté porqué la discusión, y con algo de vergüenza comentó que quería ir a una playa algo perdida para poder ponerse en top-less, y que su marido ni los amigos querían.

Yo le comenté, que conocía una cala que no iba nadie, que podíamos ir, ella dijo que le daba vergüenza ir conmigo, y al final quedó en que si yo me quedaba desnudo accedería. Se la notaba nerviosa, al ir bajando por la cala, hasta el lugar que la llevaba. Estaba deseando ver sus pechos, pero también notaba que ella deseaba verme desnudo.

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Yo no me mezclaba mucho con ellos, y estaba todo el día tumbado en cualquier parte, nuestro acercamiento empezó un miércoles, que estaba echándome la siesta en el sofá, en calzoncillos pensando que no hubiera nadie. (Debo decir, que físicamente yo no estaba mal, pero sobre todo destacaba mi pene, con una medida aproximada de 24 cm., y en situación flácida bastante grande).

Ese día, al despertarme noté que mi pene, sobresalía un poco de mis calzoncillos sin estar en erección, pero mi sorpresa no fue esa, sino que desperté al oír un ruido, era Marina, y vi que miraba hacia mis calzoncillos con cara de sorpresa, y rápidamente se disculpó al despertarme y cogió un libro.

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Este relato sucedió hace un tiempo, ahora mismo tengo 28 años, me llamo Víctor y vivo en Madrid.

Era verano, en el mes de agosto, había terminado mis estudios sin problemas, y me fui a pasar todo el mes de agosto con mis tíos, en su casa de la playa. No era la primera vez que me iba, pero no un mes entero.

Mi estancia se reducía en ir a la playa, conocía algunos amigos, pero era bastante tranquilo en la segunda quincena, vinieron dos parejas de amigos de mis tíos, todos rondando los 40 años. Entre ellos una pareja, que los conocía de saludar, y la mujer (Marina), era muy atractiva, debía medir cerca de 1,65, delgada, pelo largo rubio (teñido, aunque no excesivamente), sin muchas curvas, pero suficientes para quedarte observándola mientras estaba en bikini, y más todavía cuando iba con vestidos.

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El grito que Laura emitió me llegó a preocupar pensaba que ese animal la había destrozado, pero poco a poco el tono cambió y se convirtió en un tono de súplica pidiéndole más. Yo salí de su boca, hice salir al negro y me tumbé en la cama penetrándole por la vagina e indiqué al negro que la follase por detrás. Qué os voy a contar… ¡qué polvo! Laura acabó completamente agotada entre varios orgasmos mientras el negro y yo derramábamos todo nuestro semen en su interior.

Cuando acabamos ambos salieron tan silenciosamente como habían entrado dejando a Laura completamente agotada en la cama y a mí con la sonrisa en el rostro.

Laura me dijo que nunca olvidaría esto y que buscaría la forma de agradecérmelo.

La segunda parte vendría un tiempo después… me tocaba a mí disfrutar de la mujer de Pedro y de la sorpresa de mi mujer…

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Laura tuvo varios orgasmos, hasta que por fin Pedro me hizo ademán de que se iba a correr. Le hice salir y poner su polla en la boca de Laura mientras yo le comenzaba a perforar su culo. Laura emitió un grito de dolor al ver su culo agujereado mientras Pedro sin poder aguantar más se corrió dentro de su boca. Laura lamió toda la polla y para mi sorpresa intentó ponérsela otra vez a tono.

Viendo que no había tenido bastante y teniendo al cameraman con la polla a punto de estallar me salí de su culo, y ofrecí al negro tan sagrado lugar. Él que no se podía imaginar esa oportunidad y que ya llevaba un rato pensando en la monumental paja que se iba a hacer no perdió el tiempo. Sacó la monumental tranca que tenía (es cierto lo que dicen de los negros) y se la hundió hasta dentro.

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Yo no aguanté mucho esta situación: era demasiado excitante el tener a Laura con las piernas abiertas, ese chocho semidepiladito y pidiéndole que Pedro se la follara, mientras el negro no podía más y comenzaba a sudar pero de sufrimiento. Había deseado esta fantasía demasiadas veces como para reprimirme ahora, así que sé cuando Pedro se la empezó a follar con todas sus fuerzas, me dirigí hacia la boca de Laura y mientras Laura comenzaba a susurrar el nombre de Alfonso, le metí mi polla en su boca. Laura se estremeció de placer al ver que yo me decidía a tomar parte y que tenía dos pollas para ella solita. Sus gemidos de pasaron a ser gritos de placer, mientras Alfon al mismo tiempo que se la follaba, no paraba de tocarle y sobarle los pechos.

Era una situación enormemente excitante, ver a mi mujer siendo follada por otro, disfrutando con otro y lo mejor, pensando que era Alfon quien se la follaba, mientras el cameraman sufría al no poder participar. Además yo sabía lo que Pedro estaba disfrutando con ella y el morbo que le daba estársela tirando…